
Entre todos habían recogido la clase, dejando cada cosa en su lugar. Era hora de tomar el almuerzo antes de ir a jugar al patio y uno por uno los pequeños cogieron sus bolsitas de tela para comer juntos formando un corro.
Entonces, algo llamó mi atención…
Alguien se había dejado la ropa tendida. Casi sin darme cuenta, me levanté a recogerla para ponerla en la cesta. Entonces, una manita tiró de mi camiseta y al girarme uno de mis alumnos estaba allí, observándome con cara de asombro:
– ¿Qué estás haciendo?
– Recoger la ropa, que tenemos que dejar cada cosa en su sitio, ¿recuerdas?- contesté
– Pero la acabo de tender, ¡aún está mojada! – me reprendió, casi molesto.
Miré la ropa (seca, por supuesto) y comencé a tender las piezas de nuevo.
– Disculpa, estaba despistada y no me di cuenta. Gracias por avisarme.
Y con una sonrisa, volvió al coro a comer con sus compañeros.